miércoles, 19 de septiembre de 2012

EL MITO DE PROMETEO



Hubo un tiempo en el que existían los dioses, pero no las especies mortales. Cuando a éstas les llegó el tiempo marcado por el destino para su nacimiento, los dioses las moldearon en las entrañas de la tierra. Cuando se disponían a sacarlas a la luz, en cargaron a Prometeo y Epimeteo que las revistiesen de facultades distribuyéndolas convenientemente entre ellas.

Epimeteo pidió a Prometeo hacer él la distribución, diciéndole: "una vez yo haya hecho la distribución, tú la supervisas".

Concedido el permiso, comienza el reparto de facultades y a unas especies les proporciona fuerza, pero no rapidez, mientras que daba la rapidez a las más débiles. Dotaba de armas a unas y a las que daba una naturaleza inerme, les proporcionaba otra facultad para su salvación. A las que les daba un cuerpo pequeño, las dotaba de alas para huir o de escondrijos para guarecerse, mientras que a las que dotaba de un cuerpo grande con él les daba su salvación.

De este modo equitativo, Epimeteo iba distribuyendo las facultades, tomando precauciones para que ninguna especie fuera aniquilada. Como Epimeteo no era muy listo, gastó sin darse cuenta todas las facultades en los animales, pero aún quedaba sin equipar la especie humana y no sabía qué hacer. En esto llega prometeo a supervisar la distribución y ve a todos los animales armoniosamente equipados y a los seres humanos, en cambio, desnudos, sin calzado, sin abrigo e inermes. Y ya era inminente el día señalado por el destino para que los hombres salieran de la tierra a la luz. Ante la imposibilidad de encontrar un medio para la salvación de éstos, Prometeo entra furtivamente en el taller común de Hefesto y de Atenea, roba al dios el fuego y a la diosa la habilidad de las artes, y se la ofrece como regalo al hombre.
El hombre fue el primero en hacer ofrendas a los dioses. Pero los hombres no estaban bien equipados (y vivían desperdigados) para enfrentarse al resto de los animales, por lo que iban muriendo...) carecían del arte de la política, en el también se encuentra el de la guerra, Buscaban, pues la manera de reunirse y fundar sus ciudades para defenderse. Pero una vez reunidos, se atacaban mutuamente, se dispersaban de nuevo y morían...

Entonces Zeus preocupado al ver que la especie humana amenazaba con desaparecer, ordenó a Hermes que llevase a los hombres el Respeto y la Justicia para que en las ciudades hubiera armonía y lazos creadores de amistad.

Vedme encadenado, un dios desventurado, el enemigo de Zeus, el que ha alcanzado el aborrecimiento de todos los dioses, por mi excesivo amor a los humanos.
Os aclararé el motivo por el que Zeus me ultraja de este modo. Apenas se sentó en el trono de su padre, empezó a repartir prebendas a las divinidades y organizó su imperio. Pero de los apurados mortales no tuvo ninguna consideración, sino que deseaba, tras aniquilar su raza entera, producir otra nueva. Y a esto no se oponía nadie más que yo. Y yo, con mi audacia, libré a los humanos de caer, aplastados, en el Hades...


El castigo impuesto a Prometeo:


Hizo que le llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos. Zeus envió un águila (hija de los monstruos Tifón y Equidna) para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada día, y el águila volvía a comérselo cada noche. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles pasó por el lugar de cautiverio de Prometeo de camino al jardín de las Hespérides y le liberó disparando una flecha al águila. Esta vez no le importó a Zeus que Prometeo evitase de nuevo su castigo, al proporcionar la liberación más gloria a Heracles, que era hijo de Zeus. Prometeo fue así liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado.